viernes, 31 de agosto de 2012

En la Palapa del Bucanero

SOLFERINO (16 marzo - 20 marzo)

Llegamos al Puerto de Chiquilá, y como en la ida a Holbox nos gustó mucho el camino y los pueblos por los que pasamos, decidimos hacer autostop e ir viendo donde nos quedamos.

Después de 20 minutos nos para el sastre de Solferino, un pueblo cercano, y nos habla de Beto, un chico que vive allí y esta construyendo una Palapa. Si le ayudas puedes quedarte a dormir y comer gratis. Así que vamos a conocerlo. La primera impresión que nos da es muy buena, nos convence en un minuto, y nos quedamos unos días.

Al ser viernes sólo tenemos que trabajar esa tarde y la mañana del sábado ya que el resto del finde es libre. Nos presentamos a la gente que también están allí ayudando. Dos francesas, Anais y Justine  y un chico de México, Rodolfo .

La casa esta prácticamente acabada, aunque hay suciedad por todas partes. Esta en mitad del campo. Hay gallinas, gallos, conejos, una gata, y Kata la perra. Enfrente de la casa se encuentra la alberca con una familia de patos chiquitos y alrededor muchos árboles frutales como papaya, mango, limoneros, etc... Los baños son secos, es decir, va todo a un agujero que se va tapando con serrín. No tiene cocina de gas, sólo una gran parrilla para cocinar hasta el puchero. Se ve bien linda pero hay mucho trabajo para hacer.

Palapa del Bucanero

Nuestra primera tarea es limpiar la habitación dónde vamos a dormir, lo que nos ocupa toda la tarde, ya que aquello parecía una pocilga.
Al finalizar el día nos juntamos todos alrededor de una mesa redonda dónde los asientos eran columpios, para conocernos un poco y de paso bebernos unas cervecitas. De repente aparecen unos amigos de Beto "El Bucanero", entre ellos Freddy, con unos pescados frescos para la cena. Los cocinamos en las brasas con unas verduras que luego utilizamos para hacer una salsa con chile. Picante a rabiar pero rica.

Nos vamos a dormir y comenzamos a escuchar los aullidos de todos los perros de Solferino, un espectáculo  estremecedor. A la mañana siguiente nos despierta el gallo al amanecer. Café y vuelta al trabajo. Un día tranquilo, dedicados a la decoración de la Palapa, colgando figuras de madera tallada, lijando muebles y pasándoles aceite y barniz. Rodolfo pintando los baños, y las chicas pintando carteles. El Bucanero? desaparecido toda la mañana.

Tomamos la tarde libre y Beto nos lleva a todos en su camioneta, incluyendo a Kata, a una laguna preciosa, la laguna de San Angel, nada conocida por el turismo. Allí pasamos el rato, charlando, haciendo fotos y viendo como Kata se bañaba todo el rato. Sus aguas verde esmeralda tenían una capa de algas que para la vista era todo un espectáculo pero nada fiable para darte un chapuzón.

Laguna San Ángel

A la vuelta los chicos se van a internet, Beto al pueblo, y nosotros nos quedamos a disfrutar del lugar y de nuestra primera conversación sobre la religión con un amigo de Beto, tema que aquí les gusta mucho. Esta charla suele comenzar con la pregunta de ¿y tú en quién o qué crees?.

El Domingo, después de despertarnos a las 5 de la mañana escuchando por los altavoces de una camioneta: - Hoy domingo, en casa de la señora María, a partir de ahora, se venderá rico mondongo para toda la gente de Solferino-. El mondongo son tripas de vaca cocinadas como un puchero. Ahí es nada.

Como es nuestro día libre vamos a Chiquilá en busca de Freddy que nos va a llevar a pescar. Al final no pescamos pero vamos de paseo con su barca y nos enseña los alrededores.
Llegamos a Punta Piedra, el rancho dónde vive Polito. Un lugar bellísimo dónde cultiva de todo, cocos, tomates, mangos, sandias, nopales. Todo de una manera impecable digna de aprender. Cría gallinas y les ha hecho una casa de muñecas. No tiene ni luz, ni agua corriente. Cuando oscurece se va a dormir y se levanta a las 4 de la mañana al amanecer. Nos comemos unos cocos con él que los parte a machetazo limpio, y nos enseña y cuenta cómo es su día a día.

Punta Piedra

Luego nos dirigimos a Isla Pájaros, como su nombre indica esta repleta de aves. Estuvimos un buen rato subidos a un mirador embobados observándolas en su hábitat.

De nuevo a la barca rumbo Isla Pasión. En el camino nos echamos unas risas, Freddy se cree el Alonso del agua y acabamos Annais y yo totalmente empapadas. En la isla nos tomamos un descanso. También hay muchas aves e iguanas y como Isla Pájaros, tiene la arena blanca y sus aguas azul turquesa.

De allí al que sería nuestro primer " Ojo de Agua". Los ojos de agua son lagunas formadas con el agua que sale desde la tierra. Este se llama Ojo de Gato, y tiene una grieta a unos dos metros de profundidad por dónde sale el agua. Es muy curioso acercarte con las gafas de bucear porque ves como salen hasta ramitas de plantas, debido a que vienen de las aguas subterráneas. Como era domingo estaba repleto de lugareños tomando el baño y haciendo barbacoas. Freddy estaba como un niño pequeño, no había quién lo sacara del Ojo.

Empezaba a anochecer y la barca no tenía luces, así que  cogimos camino hacía Chiquilá. Al llegar fuimos a buscar pescado fresco para la cena. Freddy pertenece a una de las dos cooperativas de pescadores de Chiquilá y como en la suya no quedaba pescado fresco nos la dieron en la otra a cambio de que Freddy repusiera el pescado al día siguente. Esa noche se nos unió a la barbacoa y a la casa un nuevo voluntario, un italiano que anda también viajando.

A la mañana siguiente se fueron las chicas temprano. Nosotros, después de trabajar duro toda la mañana decidimos marcharnos al día siguiente.
Beto se emocionó con nosotros porque trabajamos bien y rápido, no paraba de mandarnos tareas mientras él se paseaba. Una cosa es echar una mano y otra bien distinta es trabajar como mulas. La tarde nos la tomamos libre para hacer una caminata preciosa por un antiguo camino maya.

Camino Maya

Cuando nos despertamos preparamos las mochilas, y al despedirnos de Beto notamos que estaba mosqueado porque el quería que le ayudáramos a terminar la Palapa.

Salimos a la carretera y nos pusimos hacer auto-stop, esta vez rumbo Cobá. Hay que tener un poco de paciencia, no siempre te paran a la primera.



By Bego

jueves, 19 de julio de 2012

Parada inesperada

   Ya estamos en Chiquilá, con los pies en tierra y las mochilas a la espalda decidimos que pasamos de autobuses por ahora. Caminamos hacia las afueras de este pequeño pueblo pesquero. Nuestra idea es que una buena alma se apiade de nosotros, y nos lleve a alguno de aquellos pueblos que cruzamos cuando nuestro destino nos guió a Holbox. No esperamos mucho cuando un coche rojo y un poco destartalado  nos para, es el sastre del siguiente pueblo. Nos dice que subamos rápidamente, antes de que le vea un taxista. Saltamos al coche como presos en plena fuga. El lugar se llama Solferino, nos deja frente a la casa de Beto "el bucanero", quien lleva un par de años construyendo un albergue, y en mi opinión le queda mínimo otro más. El lugar es bonito, aunque tiene aún sus carencias. Nos explica que funciona como wwoofer de modo que nos ofrece comida y cama a cambio de trabajo. Es viernes por la tarde y aceptamos el trato, nuestra primera tarea es limpiar nuestra habitación. Más  que limpiarla la tuvimos que desinfectar pero valió la pena. Estamos en un pueblo pequeño, prácticamente a las afueras y nos encontramos rodeados de vegetación y animales. En la casa gallos, gallinas, patos, conejos, gatos y la perra Kata dan mucha vida. Los gatos son los amos del lugar y aunque respetan a los animales de la casa se enfrentan enseguida a cualquier perro ajeno que se atreva a asomar el hocico. Además del anfitrión, Rodolfo, Anais y Justine se hospedaban como wwoofers.

   La primera noche paseamos un poco por el pueblo, vamos en busca de una cerveza fresquita y acabamos recorriéndolo entero. A la vuelta y justo antes de preparar la cena aparecen nuevos personajes, acarrean pescados y vienen dispuestos a hacer alguna clase de trueque con el bucanero. La cosa acaba con una excelente cena de pescado a las brasas envuelto en hojas de platanera, y salsa mexicana bien picante y con la figura sobresaliente de "Marimar" gracias a su gran sentido del humor. Les ayudo cortando algunas verduras y paso el resto de la noche con los dedos ardiendo por el contacto del chile habanero.

   Al día siguiente, después de la jornada laboral, nos subimos a la pick-up del bucanero destino la laguna de San Ángel, pasamos por un par de pueblos antes de meternos en un camino de tierra y hojas rodeado de vegetación. Media hora después llegamos a una enorme y preciosa laguna donde pasamos la tarde. Hay una torre inmensa de madera desde la que se puede divisar el hermoso paisaje. La única que prueba el agua del lugar es Kata, quien se da un par de baños.

   El  domingo nadie tiene que trabajar. Hemos quedado con Marimar. Su nombre real es Freddy, y es mecánico. Se encarga de reparar los motores de los pescadores y por lo tanto comprobar su fiabilidad. Compramos gasolina y nos lleva a varios lugares en una de las barcas bautizada como Johana. Empezamos el día visitando a "Polito", este señor nos muestra su rancho cultivado y organizado de una manera increíble. Tiene muchos animales, cultiva palmeras utilizando aquellas algas malolientes que encontramos en Holbox, tiene gallos de pelea y dos clases de gallinas, unas para los huevos y otras para la carne a las que ha construido una bonita palapa. Polito nos invita a unos cocos frescos y nos guía por su rancho. Nos muestra restos de piedras mayas con los que estos construían los filos de sus armas y herramientas, parece ser que por este terreno aún sin explotar por el ser humano siguen apareciendo restos de esta civilización.




   La expedición continúa hacia Isla Pájaros, a todo gas y saltando sobre las olas varios de nosotros acabamos empapados antes de llegar a nuestro destino. Pegada a esta isla una estructura de madera permite a los visitantes observar a las aves en su hábitat. No se puede acceder a la isla, los animales parecen ya acostumbrados a la visita de personas y no se inmutan al vernos allí. Muchas especies anidan en los árboles, las iguanas pasean por su arena, todos actúan con la seguridad de que unos seres inofensivos les observan. El comportamiento de dos pelícanos nos asombra, no sabemos si pelean, o se roban comida, o es de alguna manera un gesto de amistad para compartir alimento. Aquí les dejo un video para que ustedes saquen sus conclusiones.




   De aquí a otra isla, esta vez es Isla Pasión. Esta está pegada a nuestro anterior destino (Holbox). Esta se encuentra también plagada de iguanas de gran tamaño. Es de arena clara  y posee una alta torre de madera con vistas espectaculares y un nido de Halcón en su punto más alto. Tomamos aquí un descanso y de nuevo nos echamos a la mar, en el intento casi nos dejamos a Rodolfo quién, al empujar la barca no llega a tiempo a subirse a esta y acaba colgado de la borda, la única consecuencia de este incidente es la ropa mojada de la víctima y las risas de los espectadores.

   Nuestra última parada es de una belleza impresionante, Marimar nos lleva a ver el "Ojo de Gato". Es un lugar bastante común para los mexicanos en los fines de semana y parecen más extrañados de ver extranjeros allí que los animales de las anteriores islas. Hay zonas para hacer barbacoa, varios bancos y mesas e incluso una palapa para colgar hamacas. En la entrada unas pequeñas lagunas no muy profundas llenan de color y vida el lugar. Al fondo encontramos un "ojo de agua" sumergido en una piscina natural a dos metros de profundidad, el agua es fresca y dulce y varias personas disfrutan de ella. Una estructura de madera también en forma de torre corona el lugar, dotándolo de vistas panorámicas. El ojo de agua es de más o menos un metro de largo y tiene forma de pupila felina, de él brota el agua de los alrededores expulsando junto a ella diminutos trozos de madera. El agua es totalmente clara, cual manantial. La península de Yucatán posee varios ojos de agua y cenotes de los que brotan agua dulce, estos eran lugares sagrados para los mayas. Por lo visto tienen propiedades curativas, y además son un gran remedio para los días de resaca. Para volver a nuestro hogar temporal, bombeamos lo que sobró de gasolina para la barca a un vehículo corroído y falto de asientos, pero el viaje es divertido. De camino nos hacemos con pescado fresco y un cocinero.

   El lunes es nuestro último día en este destino. Tras nuestra jornada de trabajo nos damos un paseo por un antiguo camino maya echo de piedras. Es un hermoso paseo que comienza rodeado de huertos de chiles habaneros y poco a poco se introduce en la jungla. No tenemos la suerte de ver animales de cerca pero si de admirar el trabajo efectuado en el camino. A veces el paisaje se encuentro metros por debajo de nosotros, dándonos la oportunidad de observar las rocas planas y en forma de trapecio que forman el sendero, otras veces parece que caminemos por zanjas encontrando a ambos lados paredes de tierra de más de un metro de altura. Recorremos más o menos diez kilómetros de camino, aunque este consta de unos ochenta.

   El martes decidimos dejar el lugar, y continuar nuestro viaje. Al final nos marchamos algo desilusionados con varias cosas, el proyecto del bucanero, la especulación de terrenos y el intento de explotación turística (si es posible sin levantarse de la hamaca) del lugar precipitan nuestra decisión. Además la motivación de llegar a nuevos lugares y las ganas de visitar nuestras primeras ruinas nos empujan a movernos. Decidimos seguir probando suerte con el auto-stop y salimos a la carretera de nuevo con nuestros equipajes. Una parada rápida en Kantunilkin para el desayuno y acceso a un cajero antes de continuar el viaje. Unos chicos argentinos nos dejan allí. Después seguimos por nuestra cuenta. Allá vamos México.

Más fotos aquí.


                                                         By Chucho


viernes, 25 de mayo de 2012

Un lugar para quedarse

   Salimos de Isla Mujeres en el ferry del mediodía, tomamos la decisión de buscar una isla más acorde a nuestras expectativas, nos dirigimos a Holbox, previo paso de nuevo por Cancún donde debemos coger un autobús dirección Chiquilá. Ya os he hablado del estado del suelo en Cancún,  al pisar este de nuevo tenemos nuestro segundo incidente, esta vez yo me salvo pero mi apreciada acompañante con mochila a la espalda se tuerce el tobillo en su primer contacto con la caprichosa superficie cancunense. A esto se suma que los vehículos a nuestro destino salieron hace unas horas, así que pernoctamos de nuevo en Cancún. Día relajado en la ciudad debido en parte a una leve cojera (marcador de pupas 1-1). Comemos y cenamos, como no, en el parque Las Palapas, que esta vez se encuentra muy cercano a nuestro hostal. Un bonito y barato lugar en el que pasamos nuestra primera tarde al puro estilo lazy.

   Salimos de Cancún de nuevo, esta vez en autobús. Por un momento parece que la ciudad sea interminable. Al llegar a carretera un puesto policial controla las salidas y entradas a la ciudad. Al dejar ya a un lado la carretera secundaria que circula paralela a la autopista empieza el espectáculo. Pequeños pueblos rodeados de basta vegetación cual cortina a ambos lados de la carretera y algún rancho junto a varios viveros se acerca más a nuestras expectativas, varias aves nos acompañan, divisamos algún halcón y bastantes zopilotes. Por un momento cruzo los dedos para que nuestro destino tenga un parecido a este hermoso paisaje. Chiquilá es poco más que el puerto. Algunas casas de pescadores, mecánicos de barcos, una gasolinera y poco más. Algunas familias ofrecen sus terrenos como parking para los viajeros con destino a Holbox, donde no es necesario el coche.

   El barco va lleno, realmente su aforo en personas es mucho más amplio, pero los bultos de los pasajeros ocupan gran parte de su capacidad. Entramos los últimos y gracias a ello puedo acompañar al capitán en su decrépita cabina. No logro entender como su visión puede atravesar la suciedad de las ventanas para navegar, pero llegamos rápido y sin contratiempos. Antes de tocar puerto ya se saborea el acierto de nuestra elección. La costa sur (a la que llegamos) es en este caso la que tiene el baño restringido. Se trata de un paisaje de puro manglar con varias aves surcando el cielo, volando a ras de mar o reposando en palos y barcos. En el pequeño puerto esperan de nuevo varios carros de golf en forma de taxi, aquí es difícil ver un coche, carros de golf junto a algún que otro camión de abastecimiento u obras es a lo que queda reducido el tráfico en estos lares. Las calles son de arena blanca y solo hay un pueblo en esta isla de unos 30 kilómetros de longitud.

   Encontramos nuestra residencia en la isla en el hostal "Golden  Paradise", un lugar barato, con un hermoso jardín, cocina comunitaria, y una familia muy agradable que lo regenta y no para de trabajar. El lugar cuenta con unas enormes hamacas en el jardín donde parece que se detenga el tiempo.

   El pueblo tiene una plaza central con una cancha con pequeñas gradas y unos futbolines con recreativas cubiertos de una carpa. Por la noche además se añaden una tómbola, camas elásticas  y castillos hinchables. Los músicos actúan en varios lugares entre semana y normalmente en la playa el fin de semana, de modo que el pueblo suele tener vidilla. La playa del pueblo es la usada por los pescadores, así que para disfrutar de un baño agradable hay que caminar un rato por la costa. Los lugareños son muy agradables y están muy compenetrados con los extranjeros que eligieron este lugar como residencia. Sólo hay un cajero automático, está en el ayuntamiento. Junto a él, el único puesto policial del lugar, se encuentra en el exterior y consta de una mesa escritorio, sillas de plástico y entre tres a cinco policías esparcidos por ellas. Sus vehículos son dos quads que suelen pasear por la playa. En la costa norte subidos a una garita de socorristas disfrutamos de bellos atardeceres, aunque si te acercas mucho al mar se puede apreciar un olor putrefacto  debido a la temporada de algas en la que nos encontramos. Por lo visto hay dos temporadas malas para acudir a Holbox, la de las algas por el olor y la de los mosquitos por estos mismos (personalmente prefiero las algas). Estas algas se amontonan en la costa norte, aunque sólo en la parte oeste de esta. Si caminas hacia la parte este, las algas desaparecen junto a cualquier tipo de edificación. Como reserva natural existe la prohibición de recogerlas con máquina y el único modo de limpiar la playa es a base de crear zanjas cerca del mar y enterrar las algas allí para no cortar la cadena alimenticia de los animales (solo algunos hoteles hacen esto). Este es sin duda el precio a pagar por vivir en un paraíso. Esparcidos por las calles de Holbox varios perros duermen inertes como si de cadáveres se tratase, acercandote mucho a ellos y con suerte puedes conseguir que abran un ojo para controlar que pasa a su alrededor, pero difícilmente se levantarán hasta haber caído el sol.



   Encontramos la isla empapelada de carteles con Pepín Menéndez como protagonista y el adjetivo "traidor" definiendo a este personaje el cual ha sido expulsado de la isla por su intento en convertir esta en el nuevo Cancún. Bravo por los isleños que con esta iniciativa han conseguido al menos retrasar el "progreso" del hombre y declive de la naturaleza. Y digo retrasar pues hay en venta muchos terrenos en los que seguramente se acaben construyendo resorts para explotar al máximo las maravillas de este lugar.

   La parte este de la isla es por ahora pura naturaleza, varios kilómetros de playa, lagunas, manglares y bosques inaccesibles por su frondosidad. La costa es hermosa, hay troncos que salen del agua y la orilla donde se camuflan las iguanas y varios árboles para cobijarse a la sombra . Estando tumbados en la arena las iguanas cruzan continuamente por nuestro lado para subirse a estos troncos y disfrutar del ardiente sol. La isla está separada por ríos donde algunos niños pescan peces escandalosamente grandes. Para cruzar los ríos el mejor modo es adentrarse en el mar que no cubre más de medio metro hasta encontrar una duna que recorre paralelamente la isla a una distancia de unos cien metros y el el nivel del agua es de escasos centímetros, por la duna se cruza hasta el otro lado de la isla y se vuelve a la costa en la otra orilla del río. En este lado no existe ni una sola construcción, ni una palapa, ni siquiera hay quien te venda una botella de agua así que hay que ir preparado. Kilómetros de playa desierta para recorrer tranquilamente. Justo al llegar al segundo río se pueden apreciar cientos de aves en las dunas. Los pelícanos que hemos visto mezclados con otras aves o de manera solitaria se encuentran aquí agrupados e incluso pescan de manera sincronizada en grupos lanzándose en picado al mar, un espectáculo admirable. La orilla en este lado está gobernada por los cangrejos cacerola quienes se amontonan unos encima de otros en su periodo de apareamiento y desovación. La arena se ve plagada de huellas, posiblemente de mapaches. En sus alrededores una bonita laguna y mucha vegetación.




   El lado oeste también posee playa, aunque no alcanza en belleza a la anterior, aquí se pueden encontrar varios terrenos en venta, algún hostal alejado del pueblo y una base militar. Existe un pequeño embarcadero custodiado por la marina y con el paso restringido, aunque no vimos ningún militar allí. Por los alrededores mucho bosque de nuevo tan frondoso que imposibilita la entrada en este sin machete. En las obras sin terminar y abandonadas a su suerte las iguanas comparten muros y ventanas. La costa más pegada al sur se encuentra plagada de manglares y la superficie de arena es sustituida por barro en el que uno puede hundir los pies hasta los tobillos al intentar acercarse al mar (lo se por experiencia). Se ven islas cercanas y algunos pescadores. El camino de la costa acaba también fundiéndose entre manglares. Hay también una pequeña pista de aterrizaje de arena en el noroeste de la isla y un pequeño cementerio donde de nuevo rigen las iguanas.




  La isla es una experiencia muy agradable para tomar contacto con la naturaleza, nos quedamos finalmente una semana para disfrutar bien de ella e incluso fuimos al béisbol. Aunque perdió Holbox fue sólo en la última entrada cuando Isla Mujeres pudo desempatar y ganar el partido. El ambiente era muy agradable.

  Dos días antes de irnos un camión y una grúa se ocupan de rellenar los baches en las calles de arena del pueblo y previa advertencia "hoy arreglan las calles y mañana llueve", nuestra última noche se pone a llover devolviéndonos en forma de charco esos baches a los que nos habíamos acostumbrado. Salimos al medio día hacía el puerto, y llegamos justo a la única hora punta en que el barco no efectúa el trayecto así que esperamos allí un rato. Finalmente nos ofrecen por el mismo precio que el barco cruzar en lancha con otras dos personas, es un viaje mucho más refrescante que el barco. Las olas suelen entrar por los lados mojando aleatoriamente a los tripulantes, hacerlo es muy divertido pero cuidado con sus cámaras. En veinticinco minutos estamos de vuelta en Chiquilá aún eufóricos por nuestra experiencia en Holbox y sin destino claro.




Más fotos aquí


By Chucho

martes, 22 de mayo de 2012

Un pequeño paraíso

ISLA HOLBOX (9 marzo - 16 marzo)

    Cogemos un autobús en Cancún que nos lleva a Chiquilá. El camino nos gusta mucho. Vamos viendo los pequeños pueblos metidos de lleno en la naturaleza. Esto hace que a la vuelta nos encontremos con nuestra siguiente aventura.

    Llegamos a Chiquilá, un puerto de pescadores de unas 30 casas. Allí subimos a un barco de madera, repleto de gente lugareña, turistas, mochilas, maletas y cajas con abastecimiento para la isla. No cabe ya ni un alfiler, y en 20 minutos ya estamos en la isla. El puerto no es más que una pequeña palapa.
   
    De allí vamos a la que será nuestra casita durante una semana. Un hostal con 6 cabañas llevado por una pareja mexicana  muy jovencita,  quienes viven allí con sus dos niños pequeños. No está a pie de playa pero sí a 300 metros. Por la noche desde la hamaca king-since dónde nos tumbamos vemos pasar corriendo a cuatro mapaches cruzando el jardín del hostal.

    Me quedo atrapada intentando resumir los momentos pasados en la isla. Cada día fue especial. Unos días caminando, otros en bici, así la recorrimos.
Los colores del agua del mar pasan del turquesa, celeste, hasta llegar al blanco. La arena de la playa es blanquísima y contrasta con los árboles que crecen dentro del agua, depende de la marea si está alta o baja.
Un montón de iguanas y cientos de pelicanos. Me ha maravillado esta ave. Me da mucho gusto verles zambullirse desde el cielo al mar para comerse un "pescaito".

Playa de la Isla Holbox


   Una de las cosas que más nos ha gustado, aparte de sus paradisiacos paisajes, es lo fácil que se hace convivir con la gente local y extranjera que vive en la isla.
El pueblo de Holbox no es muy grande, sus construcciones son palapas de muchos colores, sus calles de arena, y en el centro se encuentra una placita con una cancha, una tómbola nocturna, varios futbolines y un escenario. Cuando cae el sol es aquí dónde acude la gente que vive en la isla. Hay unos cuantos restaurantes y un par de puestos callejeros para cenar. Recomendamos el "Tio Nico", un sitio de precio medio con una exquisita cocina. La mujer que lo regenta, Angelita, es una bellísima persona con la que pasamos ratos muy agradables charlando. Había un grupo de músicos de reggae quienes tocaban todos los días en algún rincón y con los que compartimos mesa una noche allí.
Otra característica de Holbox es que está lleno de niños correteando y jugando por sus calles durante todo el día, libres y seguros.

    La isla tiene una superficie de 30 km de largo. La costa Norte es la más accesible para el baño. Cuando nosotros estuvimos era la época de las algas, y las playas del pueblo estaban repletas. No sería molesto sino desprendieran un olor muy fuerte, que durante los momentos del día más calurosos llega a ser insoportable. Pero caminas dirección este y las algas desaparecen.
   
    Puedes andar por dentro del agua casi 100 metros y no cubre nada y llegas a una duna enorme que transcurre paralela a la playa, caminas 3 kilometros más por la duna, cruzas un río, justo en su desembocadura, y llegas al paraíso de las aves y por supuesto al nuestro.
No hay ninguna construcción en esa parte de la isla, sólo arena, vegetación y animales. Allí descubrimos los cangrejos cacerola. Había cientos por toda la playa. Son animales prehistóricos, su sangre es azul, la cual es útil para esterilizar las herramientas de cirugía. Nos dijeron que habían tantos porque era la época en la que las hembras ponen sus huevos en la orilla. Todo un espectáculo. Algunas se  dan la vuelta por las olas y mueren en la playa. Gracias a que nos dimos cuenta pudimos salvar a unas cuantas.

Cangrejos cacerola


   Todas las costas de Holbox son bonitas, con sus paisajes paradisiacos, sus aves, iguanas, etc. Cada rinconcito tiene su encanto. Te parece que estás viviendo en una postal.
La isla tiene como su emblema el tiburón ballena. Nosotros no estuvimos en la época en la que pasan por delante de la isla, que es el máximo turístico de allá. Menos mal que conocimos a Ramiro, un artesano argentino que vive allí, que nos advirtió de no coger los tours que te llevan a buscar la ballena porque por mucho que buscásemos no la  encontraríamos  en esas fechas.

    Un día, al despertarnos, escuchamos mucho alboroto de gente, música alta y alguien radiando lo que creíamos que era un partido. Fuimos a buscar tal jolgorio, y nos encontramos con un partido de béisbol. Holbox contra Isla Mujeres. Aunque ya estaba comenzando, compramos las entradas, a mitad de precio, y pudimos disfrutarlo. Ganó Isla Mujeres.




   En el hostal teníamos cocina y aunque estamos encantados con la comida mexicana, pudimos cocinarnos algún que otro plato español, pasta y ensaladas.

    Por poco no nos vamos de Holbox. Nos ofrecieron trabajar en el hostal que tenían en el playa a cambio de alojamiento. Pero al final eran muchas horas de trabajo, sin comidas incluidas, y no queríamos echar raíz al principio de viaje. México es enorme y hay que seguir camino.

    Nos dio mucha pena despedirnos de la familia. Nos cogimos mucho cariño. Allí empecé a desprenderme de cosas de la mochila. Le regalé a ella una camiseta y medio neceser, colonia incluida, con lo cual no uso desde entonces.

    Fuimos al puerto en busca del barco aunque cruzamos con una lanchita y aunque triste, fue muy bonito el viaje de vuelta.

Puerto de Holbox



más fotos aquí
By bbmoon


miércoles, 16 de mayo de 2012

Donde amanece México




   Salimos de Cancún, nuestro destino es Puerto Juárez. Este lugar ya casi absorto por la ciudad de Cancún posee una centena de años y es lo que queda del puerto que comerciaba previamente con Isla Mujeres. Si bien una ciudad joven como Cancún ha prosperado rápidamente acabando con tal privilegio. Nuestra única misión aquí tiene que ver con esto, vamos directos al puerto para coger un barco a Isla Mujeres. Resulta ser un ferry que conecta ambos puertos en apenas 25 minutos.

   Lo primero que llama la atención en la llegada a Isla Mujeres es su denso tráfico, de carritos de golf. Están por todos sitios, la isla tiene apenas 9 kilómetros de largo y sus habitantes han encontrado en este vehículo el modo perfecto de economizar gastos. Además estos se alquilan a los turistas de forma masiva lo que se podría denominar como temerario, algunos de ellos conducen con una mano mientras aguantan su cerveza con la otra, como si trataran con un juguete, otros los hacen derrapar o lo ponen a dos ruedas en las inmediaciones del puerto, vamos que a cualquiera le dan uno por aquí. Puede parecer peligroso, pero eso por la zona tiene arreglo, ponemos centenares de badenes y ya no puedes ir rápido ni en bici.

   Nos alojamos en un albergue cercano al mar, pero se encuentra en la costa este de la isla. Nos han comunicado que, como norma general, en las islas del caribe mexicano solo una costa es factible para el baño y en el caso de Isla Mujeres el lado oeste es el afortunado. Existen dos poblados en la isla, aunque pocas zonas de esta se han librado de la privatización.

   La noche de nuestra llegada recibimos una invitación de nuestro hostal. Esta consta de una consumición gratis en el bar de la playa que se monta a partir de las once de la noche. Por supuesto accedemos a tan hábil reclamo. Acabamos bebiéndonos más de una, y más de dos... además el simpático argentino que nos sirve, nos calienta el piquito con unos tequilas, lo que empezó con una consumición gratuita acabará con una resaca fortuita. Finalmente conocemos a varias personas con las que intercambiamos varias conversaciones. El más llamativo, un capitán de velero que trae a unos europeos desde Cuba, con un mástil roto debe de llegar ahora a Miami para arreglar tal desperfecto, toda una pena pues ya nos veíamos en Cuba chico... Todos los tripulantes del velero resultan ser unos personajes tremendos. Nos invitan a cenar al día siguiente en su barco, pero al día siguiente ya no recordamos ni el nombre del barco, ni donde decían que se encontraba amarrado. Toda una pena, pero así es el alcohol. Tendremos que empezar a recorrer la isla con nuestra primera resaca mexicana.


Sin comentarios


   El poblado en Punta Norte bien podría llamarse zona hotelera, ocupa  la escasa anchura (este a oeste) de la isla en esta zona. Aquí se encuentra el puerto, cara a cara con la península de Yucatán. El paseo marítimo está abarrotado de restaurantes que ofrecen marisco bien fresco, hoteles, tiendas de souvenirs y rentadores de carros de golf y scooters. Hay un punto de información turística con gente muy agradable y de gran ayuda. Al final del puerto comienza la playa, justo en la esquina más pegada al norte encontramos un "Café del Mar Ibiza"  pero que cambia el chillout por una lista de reproducción de la "MTV". Las playas son bonitas. Cerca de la orilla poseen gigantes sacos llenos de arena que de lejos parecen rocas redondeadas, llegamos a la conclusión de que están ahí para contener arena en la playa (Nos han comentado que en Cancún anualmente se deben rellenar las playas con arena importada de otros lugares). Por desgracia la orilla se encuentra también repleta de hamacas "solo para huéspedes" de los hoteles colindantes que se encuentran adosados a lo largo de la costa, hasta llegar a una zona federal. Aún no sabemos exactamente lo que esto significa, pero las zonas federales (en su mayoría salvaguardadas por el ejercito) suelen ser casas que rozan el lujo o puertos privados con yates, aunque también hay terrenos sin edificar con carteles anunciándolas y prohibiendo el paso o incluso alguna cala. Hay un peñón enorme al noreste de la isla donde se ha ubicado otro resort que lo abarca completamente, adjudicándose para ellos el "Baño del rey", y hasta han construido un puente de madera que lo comunica con la isla por el que circulan incluso vehículos. Una vez giras hacia la costa este encontramos nuestro albergue y un paseo que recorre la costa a lo largo del poblado. Hay un pequeño aeropuerto con pista de arena y una ínfima torre de control y mucha, mucha presencia militar. Una base de la marina mexicana se encuentra situada justo entre el poblado y el aeropuerto. Nos aficionamos a la comida que sirven en "La Lomita" donde una familia se encarga del servicio completo, madre e hija se ocupan de la cocina y el padre ( conocido como "el tigre" por su habilidad en comer carne cruda) del servicio a mesa en un lugar con pocas mesas pero con clientes asiduos. Varios habitantes de la isla recogen aquí su comida para llevar de modo que el plato del día puede acabarse antes de la cena. También residen aquí algunos lugareños y este pequeño poblado cuenta con escuela primaria e incluso cementerio. 

   El segundo poblado (Miraflores) se encuentra justo en el centro de la isla y supera en tamaño al primero. Hay varias escuelas, parques, una enorme laguna (Salina Grande), un estadio de béisbol, varios espacios deportivos, e incluso se puede encontrar algún lugar para pernoctar. Hay varias tiendas, incluso un "Chedraui" (con múltiples productos de marca "Serpis" que nunca antes había visto en una tienda) que son como los "Eroski" españoles. Encontramos además otro cuartel militar y el complejo residencial de estos. Este pueblo posee mucho más encanto que el anterior y varias casas de colores embellecen las calles, un buen lugar para sentirse un poco más en México. Muchas iguanas suben a los muros en los días soleados e incluso cruzan por la carretera. Aquí se encuentra la Hacienda Mundaca, antigua vivienda de un pirata con este nombre.

   En Punta Sur reinan la figura de Ixchel (diosa de la luna) y una enorme iguana (símbolo de la isla) a la entrada de un museo de esculturas contemporáneas al aire libre, junto al faro y rodeado de acantilados impresionantes. Se puede acceder bajo previo pago. Tiene un acceso a un paseo de madera que recorre parte de Punta Sur por la costa oeste con hermosas vistas al acantilado.

   La costa este es a mi parecer la parte más bonita de la Isla Mujeres, un paisaje de rocas y olas digno de ver, la playa un cementerio extenso de caracolas de distintos colores y edades las cuales acaban formando su blanca y brillante arena, algunas ya como fósiles de piedra y otras rebosantes de color de varios tamaños. Casi todas dañadas, pues entre turistas y artesanos continuamente desaparecen las perfectas. Hay algunas casas y varios terrenos en venta. Mucho lugar aún sin edificar con su belleza intacta. Casi al sur de esta costa han decidido construir el vertedero. Que le vamos a hacer...


Costa este


   En la parte oeste la laguna Makax separa el pueblo de una segunda zona hotelera. Las zonas federales ocupan la mayor parte de esta laguna con salida al mar, otras partes llevan el cartel de "concesiones" y también son privadas. En la costa varias playas aunque de nuevo pocos accesos. Acabamos colándonos por una granja de rehabilitación de tortugas para dar con la playa. La costa esta llena de algas, los hoteles ya no son adosados sino amplios resorts con piscina acaparando una cala por unidad hotelera. Cada uno de ellos ha construido un pequeño embarcadero frente a "su" playa, de este modo el turista puede disfrutar del mar sin tenérselas que ver con las algas y las garzas siguen encontrando su alimento en estas nutrientes plantas marinas.

   De nuevo tanta propiedad privada nos defrauda, además de indignarnos el hecho de que se prive a los mexicanos de su propio suelo en beneficio de turistas e inversores extranjeros. La isla la recorremos entera a pie utilizando un par de días para tal hazaña. Un poco decepcionados decidimos seguir nuestro camino y dejar atrás esta parte del caribe que personalmente me parece algo sobrevalorada. La única conclusión que sacamos de este destino es la de pasar de largo tanto Playa del Carmen como la isla de Cozumel.

Fotos aquí.



                                                               By Chucho

Buscando la isla


Mapa de Isla Mujeres


ISLA MUJERES (5 marzo - 8 marzo)

    Ferry dirección Isla Mujeres, imaginaos mi cara, sonrisa de oreja a oreja.
Llegamos a un puerto pequeño pero repleto de gente vendiéndote tours, sovenirs de todo tipo, alquilando habitaciones, vehículos, etc...
Conseguimos cruzar la marabunta  y vamos en busca de alojamiento. Caminamos por el pueblito para ojear un par de hostales.
El pueblo es muy bonito, con casas de madera pintadas de cientos de colores, y un montón de iguanas correteando por sus calles.
Encontramos por fin el hostal Poc-Na,con todas sus paredes pintadas de florecitas, mariposas y todos los símbolos revolucionarios, el Che, Nelson Mandela, Emiliano Zapata, etc... Justo al ladito del mar. Una playa preciosa aunque tiene prohibido el baño debido a sus corrientes.

Playa del hostel Poc-Na


   Una vez descargadas las mochilas (que en este hostal la movimos 3 veces, ya que nos fueron cambiando de habitación), nos vamos felices a tomar  contacto con la isla. Nos acercamos a las playas del oeste que nos dicen que son más tranquilas, y nos encontramos un Café del Mar pero sin la música de su original en Ibiza, esto con un montón de resorts pequeñitos.
La isla es bonita pero nosotros andábamos buscando otra cosa diferente. Aún así no paramos de gozarla.

    Esa noche teníamos una copita gratis en la palapa de la playa del hostal. Gracias al camarero, un argentino muy avispado y a sus chupitos de tequila nos dimos nuestra primera borrachera. Conocimos a gente muy peculiar. El capitán de un velero procedente de Cuba se nos emocionó cuando le contamos nuestra historia.

    La resaca del tequila de garrofón nos la pasamos andando a la orilla del mar, de punta a punta de la isla. Un paseo de 7 km que nos llevo hacerlo todo el día. Fue increíble. Vimos playas que eran cementerios de caracolas de todos los tamaños y formas posibles.
Pasamos por el pueblito que hay en mitad de la isla. Aquí sí ya gente del lugar, también con sus casitas pintadas de colores. Como en todo México!!. Había una laguna con muchísimas aves. Pelicanos, garzas blancas, zopilotes y muchos más que ya iréis conociendo porque México está repleto de aves y os iremos hablando de ellas.
La vuelta fue más liviana, ya que nos llevaron unos americanos de vuelta al centro, en un coche de golf, tan típico en muchas islas del Caribe.

    En Isla Mujeres nos comimos nuestras primeras Enchiladas, en el bar del "tigre", no hemos vuelto a probar unas así en todo méxico. Increíbles lo buenas que estaban.

    Al día siguiente recorrimos el otro lado de la isla y allí nos dimos cuenta que no era nuestro sitio. Muy bonito pero lleno de resorts, con pocos accesos a la playa, aunque nosotros nos metíamos igual. No me gusta esto, porque es como quitar el derecho a los propios mexicanos, especialmente a los que han nacido allí en la isla.
Por el camino Chucho salvó a dos iguanas de quedarse atrapadas en un cubo de basura.
A la vuelta entramos en un pequeño puerto y estuvimos jugando con las gaviotas. En especial con una que nos silbaba volando enfrente nuestra para pedirnos comida.



   En la isla conocimos a una chica, quien nos da la pista de nuestro próximo destino. Así que hacemos las mochilas y cogemos rumbo Holbox. Y ese día mandé mis felicitaciones por el día de la mujer antes de partir de Isla Mujeres.

    Cuando llegamos a Cancún para irnos a Holbox, al bajar del colectivo en la estación Ado, toda cargada de mochilas, con las prisas no ví la piedra enorme que había en la acera y me caí de bruces contra el suelo. Resultado, una torcedura de tobillo con hinchazón incluido. El bálsamo del tigre y los mimitos de Chucho junto con dos horas de hielo hicieron que no pasara a mayores.

by bbmoon
fotos aquí

sábado, 28 de abril de 2012

El nuevo continente




  
  Lo primero que llama la atención en la llegada a Cancún es su denso tráfico, en una ciudad con solo 35 años de antigüedad, multitud transportes públicos de distintos tamaños recorren las calles asfaltadas y sembradas indiscriminadamente de badenes. Muchas de estas calles carecen de aceras, los peatones cruzan por cualquier lugar, ya bien por la falta de pasos de cebra o la carencia de pintura en estos. El downtown, como es llamado el centro, no se encuentra muy alejado de la zona hotelera y varios colectivos realizan trayectos sin horarios fijos entre estos dos destinos.

  Crecen por todo Cancún centros comerciales llamados aquí plazas. El de mayor envergadura es el "Plaza Las Américas", un centro comercial quizás excesivamente grande para la cantidad de lugares como este en la ciudad, pero aún así lleno de gente a casi todas horas del día. En el lado este de Plaza Las Américas se continúa aún edificando lo que han venido a nombrar "El Malecón" y no parece sino una extremidad más de tiendas como Gucci, Zara, o Liverpool (que vendría a ser un pequeño Corte Inglés). Si bien esto no debería atraer ningún turismo, pues es más de lo mismo en otro país, aún queda por ver la zona hotelera, un largo recorrido de norte a sur separado del pueblo por una zona protegida (o lo que queda de ella) intransitable entre manglares. Esta zona forma una laguna que puede verse desde algunos puntos de la zona hotelera y para pánico de los más fervientes defensores de la naturaleza contiene especies protegidas,las cuales continua y temerariamente cruzan el asfalto de manglar a manglar arriesgando su existencia.

  A lo largo de la zona hotelera, lo que ya esperábamos, una linea de hoteles de cara al mar, más masivo al comienzo y decayendo poco a poco a medida que uno se aleja de Cancún. El comienzo, una explotación masiva de recursos económicos llevados a hoteles, más centros comerciales, discotecas y campos de golf. Un poco más adelante van desapareciendo los campos de golf, los centros comerciales quedan reducidos a un par de tiendas, pero la monstruosidad hotelera avanza muchos más kilómetros. De camino encontramos ya algunos hoteles vacíos, en quiebra no sólo económica sino con muros resquebrajados y abandonados a su suerte en medio de un mar de competidores relucientes. Seguimos hacia el sur y nos encontramos con masivas construcciones de nuevos hoteles que sin duda harán quebrar a otros que hoy parecen intocables. Una auténtica lección de lo que no es turismo sostenible. A lo largo de la zona hotelera encontramos un paseo adaptado ya no solo a los peatones, sino incluso con un carril-bici para aquellos que quieran disfrutar de un paseo por la arquitectura moderna de las grandes superficies. En un día caluroso como en el que nos encontramos las iguanas se encuentran a lo largo del camino sobre cualquier muro o piedra que desprenda un calor excesivo. En nuestro camino al sur llegamos a la desembocadura del río Nizuc.

  Al cruzar el puente observamos la belleza del azul turquesa de las aguas caribeñas, el turista raramente llega a esta zona, en las orillas del río observamos a varios pescadores y familias mexicanas refrescándose en su día de picnic. Nos llama la atención que estos bañistas, indiferentemente del sexo utilicen sus camisetas para disfrutar del baño, ninguna chica lleva  bikini o bañador sino bermudas y camiseta, incluso algunos se atreven a hacer uso del pantalón vaquero. Nos acercamos a la costa y podemos observar al norte los hoteles y unos kilómetros al sur lo que parece ser un parque acuático con sus enormes toboganes. Después de refrescarnos con unas cervezas volvemos para explorar las playas tan cotizadas por su extensa belleza. 



Río Nizuc


  Después de caminar varios kilómetros bajo el sol, al fin conseguimos alcanzar un acceso a la playa sin necesidad de invadir terreno hotelero,El Mirador. No es de extrañar el espíritu revolucionario de los mexicanos una vez se visita Cancún. Las grandes empresas no solo han edificado indiscretamente la costa, estropeando así buena parte de su belleza. Lo peor es que el gobierno ha dejado que estas se queden con las playas limitando al ciudadano mexicano a escasos metros de playa en un territorio que les pertenece. Desde el río Nizuc hasta El Mirador no encontramos ni un solo acceso público, pero esta es la parte menos explotada de lo conocido como "zona hotelera" en Cancún. Aún y con todo esto, nos quedamos en la playa, la cual como no, es impresionante. Un azul precioso reina el mar y una fina arena acaricia los pies, observamos varias aves, pero la que más llama nuestra atención son los pelicanos, además de volar a ras de la orilla, esquivando a gente con unas enormes alas es impresionante ver como caen en picado para obtener su presa. Sería estupendo que la playa fuese entera de y para todos, pues desde nuestro privilegiado lugar no vemos el fin de la costa. Pero lo cierto es que la playa de El Mirador tiene un escaso kilómetro de longitud antes de adentrarse de nuevo en las garras de los señores feudales. Salimos de El Mirador en busca de otra entrada pública a la playa, pero una vez recorridos varios kilómetros desistimos, posiblemente no existan.

  Por contar una anécdota, os diré que, intentando fotografiar una preciosa iguana camuflada en un árbol, acabé golpeando un muro justo en su esquina más picuda, y dirán ustedes ¿con que? Pues con que va a ser, con la cabeza. Os prometo que el muro ya solo vale para plaza de toros. El resultado: Primera herida de guerra, no hay necesidad de puntos, ni doctores, ni medicinas. Pero sangro durante un rato, y nuestro único remedio a mano es, como no, un papel de fumar. Gracias a Zeus no hay fotos mías con tal estampa, pero las gafas de sol, justo encima un trozo de papel de arroz, y para que este no salga volando, bien sujeto con la gorra. Dime tú si no es fácil tener pinta de turista...

  De vuelta en downtown, visitamos el mercado 28, ya sabemos de antemano que no vamos a comprar nada, así que nos sabe un poco mal hacer perder el tiempo a los comerciantes del lugar, pero estos son muy agradables y entablamos varias conversaciones con ellos. Los mexicanos son gente muy simpática, así que nos echamos unas risas. Muchos artesanos rigen el mercado en sus aledaños, y en el centro unos puestos de comida. Hay que decir que el número de mexicanos comprando en este famoso mercado es ínfimo. Como si la los habitantes de Cancún se encontraran todos en Plaza Las Américas.

  Nuestro lugar favorito de Cancún, contra todo pronóstico está situado en el pueblo. El parque Las Palapas (que viene a ser algo así como cabañas). Un lugar con un escenario, unos carritos de artesanos, varios puestos de comida barata (y rica, rica...) y con un ambiente sensacional de jueves a domingo después de las seis de la tarde. Pasenle. 



Parque las Palapas
                                                             


By Chucho